Que pendulea

Que pendulea, pregunto, que pendulea, si tuviera un diccionario cerca... Díganle a los libros lo que merecen saber, es decir, nada necesita saber un libro, si los restos de árbol devuelven arizcos lo que a un árbol no le atañe, entonces el lenguaje debe ser hablado y recordado, debe ser escrito en las manos y en los brazos, en la cara, en los labios, debe ser hablado pero nunca escrito en un árbol ni en los restos de él.
Entonces yo busco un índice que me abstraiga de obserbar atontada algo que pendulea, por decirlo así, en un cuarto vacío al compás de un goteo constante si bien intermitente. Busco como quien busca y se abstiene, como si una hipnosis intransigente cristalizara cierta búsqueda, y algo suspendido en el aire se hace escuchar como una pausa de sonido algodonado, abierto a la posibilidad de romperse, dotándo al péndulo de una respiración ahogada, sabe que algo va a a pasar, presiente una pérdida, se escucha un llanto, se escucha algo oscilar en el silencio, es una ausencia palpable, una falta, un tristísimo error sistemático.
Cuánta luz irrascible, que inflorescencia más lastimosa del ser...

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