¿Pero entonces por qué tiemblo?
¿Por qué mi ser se quiebra en diez personas cada vez que me miras como a un dibujo indecifrable?
Mirando hacia arriba el techo pide ser un lugar de paseo.
Se presenta ante los ojos, recién abiertos, como un lugar virgen.

Todo eso que no querés saber de mi, se multiplica a razón de un defecto al cubo por minuto.
Lo sádico, lo horrendo, lo nefasto.

El techo es un lugar de paseo. Caminamos de la mano cabeza abajo.
Al cabo de un rato, la sangre se agolpa en nuestras sonrisas. Enrojecidos, damos vueltas alrededor de la lámpara, retándola a ver quién explota primero.

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