El señor de la esquina se levanta a la mañana y decide cortar el pasto de su vereda.
Corta justo hasta el límite con la vereda de su vecino, que ahora quedó con el pasto singularermente más largo.
La mujer del vecino sale a hacer las compras del día y observa preocupada la gran diferencia entre su vereda y la del señor de la esquina. En seguida le grita a su marido que es hora de que corte el pasto. Media hora más tarde se lo puede ver yendo y viniendo con la cortadora de cesped y un aire resignado.
El efecto dominó se extiende a través de toda la cuadra a lo largo de la semana.
Cuando el muchacho de la casa anterior a la del señor de la esquina corta el pasto, corta hasta el límite exacto que separa su vereda con la del vecino, que quedó con el pasto singularmente más largo.
El señor de la esquina se levanta esa mañana y nota la diferencia. Luego decide no cortar el pasto nunca más.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

excelente final!
eso veo cada vez q voy a la casa de mi tía en quilmes, no sé si sentir gracia o pena. Por suerte en mi casa no me entero nunca lo q hace el vecino, está muyyyyy lejos. jajajaja.

emilia dijo...

igualmente, mimo, creo que sería más aburrido tener veredas de baldosas, sin un sólo cantero con pasto.
aún así, aún con el efecto dominó (con aires de resignación o de voluntariosa iniciativa), ilustrás que no podemos salir de nuestras casas sin observar la fachada de la casa del vecino.
miles de besos.

Ezzzzzzzzzz dijo...

una delicia. el señor empezó una revolución.

ezequiel.

Anónimo dijo...

supongo que el señor no sabe del delicado equilibrio entre vecinos. Siempre hay disputas ajenas, olvidadas, antiguas, esperando aflorar .Para que la gente que comparte el momento geografico, pueda soltar su animal interno y comerse unos a otros. El pasto, el asfalto, el no darle guita a los bomberos es lo único que los une, y es tambien el motivo de la tregua.