- No quiero crear un espacio nuevo. Aún no llegué a abarcar mi propio espacio


- Si hago que sea esa historia que nunca fue, me quedo sin nada.
Todo lo que tengo es eso que no tengo, eso que nunca voy a tener, que nunca debería tener. Esa persecución infinita y absurda, pero a la vez necesaria.



- Hablar con seguridad aunque no se la tenga, camarada, no hay más seguridad que esa.



- La ambición poligámica es más incómoda que la sistitis.



- Había una vez yo y mi silencio. En ese entonces me decían: las calladitas son las peores. Entonces empecé a hablar, a hablar y a hablar cuanta sandez o perversión fuera posible. Ahora soy la mejor de todas.



- El no cree que una palabra sea más que una palabra.
Yo hablé tanto del invierno que se me congeló la boca.



- Mis pulmones son ilegítimos. No le tengo miedo a nada y eso, a decir verdad, me da un poco de miedo.



- Que mi sangre me emocione más que tu rostro, tiene que ser un problema de narcisismo.
Aún así me detengo varios segundos al día a meditar tu sonrisa.






- No quiero crear un espacio nuevo.

Quiero empobrecer otra vez.
Quiero ponerme mi pulover más roto, más viejo, más encontrado en la calle, pero perfumando con mis días más dulces, y así, y con una mochila al hombro y ellos conmigo, hacer un largo viaje en tren a un lugar con árboles, a un lugar sin árboles, a un lugar con ellos, y dormir tirada en una estación, en una plaza, y sentarme en un amanecer y que el sol me bese los ojos, y llorar muy despacio, que mis lágrimas se sequen al sol, que a mis heridas les llegue el frío, y que poco a poco se vayan haciendo azules, se vayan abriendo y les vayan creciendo flores...



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