Querida amiga evangelista:


Me enteré de que te casaste. No me invitaste. Igual está todo bien, tampoco hubiera ido. Odio ir a los casamientos, y me imagino que uno evangelista debe ser peor. Hubiera inventado una excusa poco creíble para no ir. Aunque tengo que admitir que me dolió que no me invites, pero voy a pensar que me conocés tan bien que sabés que odio ir a los casamientos, y me ahorraste el trámite de mentirte para no ir. Te quiero mucho. Sé que vos también me querés, aunque pienses que tengo el demonio adentro y quieras salvar mi alma. Ese día que me llevaste engañada a que me exorcisen, fue shockeante. Después me llevaste a tu casa donde habías puesto en tu pieza guirnaldas, piñata, caramelos y bonetes para mí. Capaz que para recuperarme del exorcismo, que igual no pudieron hacerme porque yo ni en pedo iba a dejarme. Está bien, estoy un poco mal, pero ¿vos crees que estoy a tiempo de salvarme?

3 comentarios:

Belén dijo...

yo tuve un novio evangelista. bah, se había hecho evangelista para dejar las drogas.
me dijo un amigo en común que está muriendo de cirrosis en barcelona.
mi dios.

Pedro. dijo...

conclusión: no hay que dejar las drogas.

Cordelia dijo...

Sí, estás a tiempo.